lunes, 18 de septiembre de 2017

LA ESCOBA ESPACIAL (QUARK)

Guardaba un cariñoso recuerdo del visionado de La escoba espacial en mis años infantiles y siempre había sentido la tentación de revisitarla. Era poco lo que recordaba de ella, básicamente que la protagonizaba Richard Benjamin, que había un personaje llamado Palindrón, al que no le ponía cara y, muy remotamente, la nave principal.

En estas últimas semanas del verano he aprovechado por fin para ver la serie, que encontré por internet con calidad regular. Por desgracia, parece que en nuestro país no se ha editado en DVD, como sí ha ocurrido en el extranjero.

Creada por Buck Henry, el artífice de la legendaria Superagente 86, su título original era Quark, y el episodio piloto se estrenó en mayo de 1977, aunque hubo que esperar casi un año para que llegaran los demás capítulos, un total de ocho con el inicial que conformaron la única temporada de este espacio televisivo. En España la pudimos disfrutar en 1980.

La escoba espacial se inspiraba claramente en seriales clásicos de ciencia ficción como Buck RogersFlash Gordon y, por supuestísimo, Star Trek, aunque también añadía elementos y guiños a películas como 2001 o La guerra de las galaxias, pero todo ello en clave de humor, pues la disparatada tripulación protagonista tenía como principal cometido recoger la basura del espacio. Por suerte, La Cabeza, el líder de las Galaxias Unidas, a través de su funcionario Palindrome, adjudicaba a esta singular pandilla otros cometidos más audaces.

Además de al capitán Quark, encontrábamos a los controles de esta escoba espacial a las dos Bettys, ambas enamoradas de su superior y una clonada de la otra –aunque nunca se ponían de acuerdo en quién era la original–, a Gene/Jean, un transgénero que pasaba por momentos de ser un aguerrido astronauta a una delicada damisela, a Ficus, un flemático y cerebral vegetal (claro sosias del Dr. Spock), y Andy, un robot cobardica. En el primer episodio, antes de ser sustituido por el antepenúltimo personaje nombrado, aparecía el Dr. Mudd como miembro de la tripulación, pero fue su única intervención.

Es imposible no ver esta serie sin una sonrisa por lo entrañable que se hace todo lo añejo y por lo sencillos y graciosos que hoy día resultan sus desfasados efectos especiales y decorados. Qué curioso comprobar a veces lo que se distorsionan los recuerdos que se tienen de algo tan lejano al volver a reencontrarse con él precisamente por eso, por lo que cambian las cosas con el paso del tiempo.

Imagino que la serie no debió de tener un gran éxito al no gozar de continuación. Esa única y breve temporada era otro dato que no recordaba, y tenía la sensación de que había durado más. Aún con todo, en mí al menos consiguió dejar su huella como espectador… 

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