miércoles, 3 de junio de 2015

THE HAUNTING: UNA LECCIÓN DE CINE FANTASMAGÓRICO


En estos tiempos en que abundan tantas de esas películas de fantasmas insípidas, sin imaginación, repetitivas (todas parecen usar el mismo cliché) y, además, muchas de ellas con una lamentable moralina cristiana y conservadora (nada de extrañar teniendo en cuenta la gente que las produce), me parece oportuno volver a sacar a colación la que yo personalmente considero una de las grandes obras maestras del género y un sensacional ejemplo de cómo se debe rodar buen cine de terror, sin necesidad de grandilocuentes efectos especiales ni de sustos de dos pesetas. Por supuesto, eso sólo puede hacerlo un maestro como Robert Wise, quien en 1963 adapta a la gran pantalla la novela de Shirley Jackson The Haunting of Hill House, la historia de cuatro personas que se instalan en una mansión maldita con el fin de investigar y documentar los fenómenos que allí acontecen.

Por medio de una sugestiva fotografía en blanco y negro y valiéndose de sombras, planos con perspectivas diagonales o atípicas, contrapicados y sobre todo gracias a una trabajada dirección artística y unos cuidadísimos decorados que pueblan toda secuencia de inmensidad de objetos peculiares (además de la constante voz en off de la angustiada protagonista), la película provoca una tremenda inquietud y un asfixiante desasosiego en el espectador que desea meterse en la historia y vivirla debidamente. Y es que el terror que se sabe insinuar más que mostrar, aquel que se hace llegar sutilmente al inconsciente del espectador incluso antes de hacerlo a sus sentidos visuales o auditivos, es para un servidor el que más logra cautivar y conseguir su verdadero propósito: dar miedo.

El cuarteto protagonista: Claire Bloom, Russ Tamblyn, Julie Harris y Richard Johnson.

Particularmente hay un par de momentos del largometraje que me parecen geniales: uno es un plano de un pasillo en el que descubrimos que la puerta que hay al final de este se ha abierto misteriosamente. No hay más que negrura más allá de ella, pero esa oscuridad me parece mucho más impactante y sugerente que si se mostrara cualquier tipo de aparición o monstruo. Otra de mis escenas favoritas es cuando las dos chicas están en la habitación de una de ellas y oyen unos tremendos golpes por el pasillo y cómo algo acecha tras la puerta del cuarto y parece estar intentando entrar en él. De nuevo, creo que una lección magistral de cómo se puede inducir el miedo en el espectador valiéndose de recursos sencillos.

The Haunting se estrenó en España con décadas de retraso y sólo vía TV y formato doméstico, con títulos como La casa encantada y La mansión encantada, y tuvo el dudoso honor de ser objeto de un remake en 1999 que no vale la pena ni recordar.

¿Qué decís, valientes cinéfilos? ¿Os atrevéis a pasar una noche en la Casa de la Colina? Os reto a ver este clásico y a comprobar si volvéis a ser los mismos después.

(Si queréis más información sobre el film y la novela, podéis encontrarla en mi propio blog, en esta entrada. Y, si domináis el inglés, también vale la pena visitar esta completísima web sobre ella: http://www.the-haunting.com/haunting_themovie.html)

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